(Pixabay) Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Juan 15: 1, RVR 1960) Yazmín Díaz Torres Jesús, hablándoles a sus discípulos establece: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador”. Algunas versiones dicen: “…y mi Padre es el viñador” (Juan 15: 1). Jesús no solo revela Su naturaleza y la de Su Padre al hacer esta analogía de la vid y del labrador; sino que además describe qué clase de vid es: Él es la vid verdadera . Al añadir el adjetivo “verdadera”, puede inferirse que existen otras vides que no son las verdaderas, que son falsas. Por eso esta declaración es tan importante. Si Jesús tiene la necesidad de enfatizarles a sus discípulos cuál es la verdad es porque existían mentiras, engaños, copias que pretendían parecerse a la vid verdadera, pero que no lo eran. Solo una lo es. También porque podrían caer...
Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones. (1 Pedro 3: 12a) Yazmín Díaz Torres Mientras leía esta noche la Guía de Pasajes Bíblicos que propone Maggie de Cano para el Ayuno de Daniel, pude experimentar la convicción de la voz del Espíritu Santo: Me mostraba cuántos de nosotros hemos sido amados, llamados y escogidos por Dios para darnos salvación y para que participemos de la preparación de Su Iglesia desde nosotros mimos hacia afuera, hacia otros: "Pero nosotros siempre tenemos que dar g racias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad" (2 Tesalonisenses 2: 13-16). Eso lo sabemos todos. ¿Qué tiene de "especial"? Bueno, es que me mostraba cómo el Señor, por medio de Su Palabra y de Su Santo Espíritu quiere...
Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. (Juan 21: 20-25) Yazmín Díaz Torres ¡Qué bueno es el Señor! ¡Qué bueno es nuestro Amado Jesús! ¡Qué hermoso y delicado es el Espíritu Santo! Esta es una de las últimas palabras sobre las cuales el Espíritu Santo me dio convicción y, aunque acerca de todas ellas me gustaría escribir más, mi deber ahora es manifestar la idea tal y como la recibí sin un poco más y sin un poco menos. No importa cuánto tiempo llevemos sirviendo al Señor, mucho o poco. No importa el servicio, el llamado o ministerio en el cual le servimos. ...