PÁMPANOS: ¡YO TE ELEGÍ!
(Pixabay)
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis mucho fruto, y
vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
él os lo dé”. (Juan
15: 16).
Yazmín
Díaz Torres
¿No es este verso
suficiente para experimentar en nuestro corazón, en nuestra alma y en nuestro espíritu,
gratitud, un gozo indescriptible y una inexplicable gracia de Dios para con
nosotras?
“No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…” Jesús me está diciendo
a mí y te está diciendo a ti: “Tú no me elegiste a mí. Fui Yo quien te eligió a
ti”.
¡El Rey de reyes y Señor
de señores nos está diciendo que Él nos eligió a nosotras! Si estabas un poco
triste, alégrate como si hubieses recibido la mejor noticia en tu vida.
Que no te elijan en
el equipo de baloncesto, de volibol, de natación… Que no te hayan seleccionado
como la mejor empleada, como la mejor vendedora del mes o del año… Que no te hayan
elegido para pertenecer a algún comité en tu trabajo, escuela, universidad o
vecindario… Que no te hayan elegido en la iglesia para que lleves a cabo alguna
tarea o para que pertenezcas a algún ministerio… ¡No sé, pero cada una de
nosotras sabe!
¡Jesús sí te eligió!
Tú ni yo lo decidimos; tampoco nadie más en todo el planeta.
Este verso no solo
manifiesta la Soberanía de Dios para elegir a quienes Él quiera conforme a Su
sabiduría, Su voluntad, Sus propósitos y Sus designios.
También manifiesta
Su misericordia y amor porque como dice la Palabra: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre
para que lo visites?”(Salmo 8: 4). “(17)¿Qué
es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón,
(18) y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes? (19) ¿Hasta
cuándo no te apartarás de mí, y no me soltarás ni siquiera para que trague mi
saliva?” (Job 7: 17-20).
No solo Jesús se
reserva el poder y la autoridad para ser Él quien elija y no nosotras, sino que
expresa Su deseo y Su deleite en esa elección, en cada una de Sus elecciones
(nosotras).
No obstante, deteniéndonos
en el asunto de Su Soberanía… Si fue Jesús, el Señor, quien te eligió y me eligió,
¿qué autoridad tenemos nosotras sobre Él para no contestarle afirmativamente? ¡Ninguna!
¿Cómo es que nos
atrevemos a decirle que no?: “¡No! ¡Está bien! ¡No te preocupes! ¡No me elijas! !Mejor elige a...!”
¡Ouch!
Porque nosotras por
nuestra propia iniciativa, no lo hubiésemos elegido a Él. Todo lo contrario, lo
habíamos rechazado.
Sin embargo, la
Palabra dice que “Él no nos rechaza”. El mismo Jesús nos dice: “Sin embargo, los
que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré. Pues he descendido del cielo para hacer la
voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad. Y la voluntad
de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio,
sino que los resucite, en el día final.
Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él
tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.” (Juan 6:
37-40)
¡Gracias a Dios que Jesús
fue la Obediencia misma! ¡La Obediencia personificada! Si no, nos hubiese
rechazado, no se hubiese sacrificado en la Cruz, no hubiese pagado nuestros pecados
y no tendríamos salvación. !Gracias a Dios que es AMOR!
“…y
os he puesto para que vayáis y llevéis mucho fruto, y vuestro fruto permanezca…”.
“Os
he puesto”. “Vayais”. “Lleveis”.
Nuestra vida está en
Su mano. Él nos pone y nos pone donde Él desea. Y lo hace con propósito.
Nos pone para que vayamos a donde Su
Espíritu Santo nos dirija. Para que vayamos y llevemos mucho fruto y que ese
fruto permanezca.
Y nos pone en
lugares insospechados y de maneras insospechadas por el tiempo que decida. La
Palabra dice: “En tu mano están mis
tiempos” (Salmo 31: 15).
¿Quién hubiese
pensado que pondría a Moisés en Egipto, en el mismo palacio de Faraón y criado
por su hija como un egipcio? ¿Quién hubiese pensado que Dios lo pondría al
amparo de Faraón, para que adquiriera sus enseñanzas, costumbres y creencias?
Al punto de que Moisés no conocía a Dios; pero fue Dios quien lo puso ahí para
que diera, eventualmente, mucho fruto y ese fruto permaneciera.
Moisés nunca hubiese
pensado que luego de vivir 40 años como un príncipe en Egipto, Dios lo pondría a
vivir por espacio de 40 años más como pastor de ovejas. ¿Pensaría alguna vez
que Dios lo pondría para que libertara a Su pueblo? ¿Pensó que lo pondría en el
desierto durante 40 años con el pueblo al que libertó? Pensó que lo pondría frente
al Mar Rojo y que lo cruzaría en seco. Y podríamos seguir haciéndonos preguntas
acerca de Moisés y de Josué.
Dios es muy “creativo”.
¿En qué lugar te ha puesto a ti? ¿En qué lugares? ¿De qué providencial manera
fuiste a parar ahí?
¿Y dónde te pondrá?
Yo no lo sé, pero sé que te pondrá, seguramente, en varios lugares más y de
maneras muy “creativas” y “originales”.
¿Cómo puso a José? Como
el hijo favorito de su papá. Como el más odiado y envidiado de sus hermanos.
Como presa en una cisterna. Como esclavo y luego hombre de confianza en la casa
de Potifar. Como preso en una cárcel de Egipto durante dos años
aproximadamente. Y, finalmente, en el palacio de Faraón como el segundo en
mando. ¿Para qué? Para que fuera y llevara mucho fruto y salvara, no solo a los
egipcios de la hambruna, sino a su propia familia incluyendo a los hermanos que
tanto lo detestaban. ¡Increíble!
¿Cómo puso a Daniel?
Como cautivo en Babilonia. Como estudiante del idioma y las costumbres babilónicas
durante tres años en el palacio del rey. Como intérprete del sueño de Nabucodonosor.
Como jefe de los videntes, profetas y agoreros. Como posible carnada de los
leones. Como profeta, hombre sabio y consejero de varios reyes más.
¿Cómo puso a Rut? ¿A
Rahab? ¿A Débora? ¿Dónde y cómo puso a Gedeón? ¿Cómo puso a Ester? ¿Cómo puso a
Isaías? ¿Cómo puso a Nehemías? ¿A Jeremías? ¿A los profetas? ¿Cómo y dónde? ¿Qué
fruto dieron?
¿Cómo puso a María? ¿Cómo
puso a Juan el Bautista? ¿Cómo puso a Pedro? ¿Cómo puso a Pablo? ¿Cómo y dónde
puso a Juan, el discípulo amado?
¿Cómo se puso Él
mismo? Como Cordero Inmolado. ¿Dónde? En la Cruz del Calvario. ¿Cómo está
puesto ahora? ¿Cómo se pondrá?
Así como estos
hombres y mujeres, Dios nos eligió y nos pone para que vayamos y llevemos mucho
fruto y nuestro fruto permanezca; y todo lo que le pidamos al Padre en el
Nombre de Jesús, Él nos lo dará, conforme a Su voluntad.
¿Dónde me pondrá? ¿Cómo?
¡No importa mucho! Lo importante es que lo ha hecho y lo hará nuevamente para
que llevemos mucho fruto que permanezca.
En ocasiones, Él nos
pone en lugares incómodos que jamás pensamos y en circunstancias difíciles que
nunca imaginamos.
¿Estás donde Jesús te puso? ¿Fuiste?
¿Estás dando mucho fruto? ¡Yo sé que así será para todas nosotras, en el Nombre
de Jesús!, porque: “En esto es glorificado
mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. (Juan
15: 8)
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