¡DATE CUENTA!

"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (15) ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que creen en el Evangelio del Bien! (Romanos 10: 14-15)

Yazmín Díaz Torres

          ¿No te has dado cuenta de la labor que estás llevando a cabo para el reino de los cielos? Tú, como Jesús, decidiste andar en los negocios del Padre. 

         Sin embargo, todavía estás esperando el día en que ocurra algo que te asegure que oficialmente eres una soldado enlistada en el ejército de Dios porque todavía no te convences. Tal vez si Dios te enviara un ángel con un certificado que diga: "Oficialmente Reclutada". 

          Bueno, esto no es imposible, pero no es necesario. ¡Date cuenta! ¡Ya fuiste llamada! ¡Ya fuiste escogida! ¡Y ya fuiste enviada! Fíjate:

     "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16: 15).

          Es un mandato. ¡Ah! A lo mejor es que como no aparece tu nombre en tu Biblia, pienses que en realidad eso no tiene mucho que ver contigo.

          "Y les dijo", dice la Palabra. ¿A quiénes les dijo? A los discípulos y a ti.

          Es que todavía no te has dado cuenta del impacto que tu dedicación ha causado en el reino de los cielos y en el del infierno también.

          Es que me gozaba ante una revelación o una visión en la que pude ver a mis hermanas predicando, como parte del ministerio al que el Señor las ha llamado. 

          Podía ver cómo con su trabajo constante, laborioso y sacrificado se acercaban personas que habían estado alejadas de Dios por mucho tiempo.

          Veía cómo esas almas eran salvas al escuchar la Palabra de Dios. Cómo las vidas eran restauradas y transformadas.

          Y veía que con cada Palabra, con cada esfuerzo, cada tarea, le arrancaban las almas de las manos a Satanás.

          Pude comprender el trabajo que hacían a favor del reino de los cielos y el gran daño que le causaban al reino de las tinieblas.

          El Espíritu Santo me las mostraba de pie, predicando, delante de una gran oscuridad. Ellas predicaban y justo al frente de ellas, estaba el mismo infierno.

          Pude comprender claramente cómo cada vez que proclamamos Su Palabra, cómo cada vez que oramos Su Palabra en el Nombre de Jesús, se hacía lo que se decía y cómo las tinieblas sufrían grandes pérdidas de almas.

          A veces, pensamos que para servirle al Señor, tienen que nombrarnos. Pensamos que nuestras oraciones son insignificantes y no producen ningún cambio. Sentimos que no estamos haciendo nada para el Señor.

          Pero pude ver que solo es necesario desatar la Palabra de Dios y ella cumplirá el propósito para le que es enviada. La Palabra es una de las mejores armas, sino la mejor, para hacerle frente al reino de las tinieblas.

           Por eso es la Espada de la Palabra, que es el Espíritu Santo de Dios. Es la única pieza de la armadura de Cristo, según Efesios 6, con la que podemos provocar daño, herir y hasta matar al enemigo.

          Pude ver cómo nuestras oraciones provocan que sucedan las cosas y cómo deshacen los planes de Satanás para robar, matar y destruir; y nosotros ni nos damos mucha cuenta.

          Cada vez que haces algo para el Señor, un poco más pequeño, un poco más grande, te posicionas frente al mismo infierno y le haces mucho daño arrancándole de las garras las vidas.

          "He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada en ningún modo os dañará" (Lucas 10: 19).

          Dios nos ha dado autoridad: "Habiendo reunido a sus discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. (2) Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos" (Lucas 9: 1-2).

          Pero la mies es mucha y los obreros, pocos. ¡Oremos para que el Señor envíe más obreros a su mies! (Lucas 10: 2).

          ¡El Señor te necesita! ¡Date cuenta!