¡YO NO MIENTO!


Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta”. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23: 19, RV 1960))

Yazmín Díaz Torres

            ¡Sé que es difícil volver a confiar cuando alguien te ha mentido! Aquel o aquella que ha sido presa de la mentira y del engaño puede tornarse escéptico, receloso, incrédulo, desconfiado.
Puede que haya decidido creer que todos mienten, que no vale la pena confiar en nadie. Puede que haya levantado un muro para protegerse, para no volver a sufrir los mismos daños.
 Y es posible que se le haga casi imposible creer en la fidelidad de Dios y en Su amor. Creer que es verdadero, que no miente. Por eso, quiero decir…
¡Él no miente! ¡Él no miente! ¡No miente! ¡No miente! ¡Que lo escuche la Tierra entera! ¡Que escuche Su Palabra que es verdadera!
            ¡Que se la ate al cuello y que la aprenda! ¡Que se la amarre en la mano y la entienda! ¡Que se la grabe en el corazón y la mantenga! (Deuteronomio11: 18-24)
            ¡Crean! ¡Crean! ¡Crean! ¡Que no miente! ¡No miente! ¡Y no se arrepiente!
            “(31) El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. (32) Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe  su testimonio. (33) El que recibe su testimonio, este atestigua que Dios es veraz. (34) porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. (35) El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. (36) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. (Juan 3: 31-36, RV1060)
            Dios en la persona de Jesús no miente; Dios Padre, tampoco. ¡Que los gobernantes lo crean! ¡Que los gobernantes, que el pueblo todo le crea, que se arrepienta y se convierta!
¡Que las multitudes crean! ¡Que en el Oriente, en el Poniente, en el Norte y en el Sur, crean! ¡Por los siglos de los siglos, crean! ¡Reconoce: Él NO miente!
            “(25) Decían entonces unos de Jerusalén: ¿no es este a quien buscan para matarle? (26) Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que este es el Cristo? (27) Pero este, sabemos de donde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. (28) Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no le conocéis. (29) pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. (30) Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. (31) Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este hace? (Juan 7: 25-3, RV 1960)
            ¡Él no miente! ¡Él no miente! ¡Él prometió la esperanza de la vida eterna! ¡Cree! ¡Cree y Predica! ¡Predica la Verdad! ¡Es un mandato! (Tito 1: 1-4)
            ¡Escucha! ¡Atiende! ¡Él no miente! ¡Él no miente!  ¡Cree! ¡Cree hasta el fin! ¡Cree completamente!
            (11) Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud (cuidado, atención, interés, preocupación, celo, esmero)  hasta el fin, para plena (llena, colmada, repleta) certeza (fe, convicción, seguridad, evidencia, convencimiento, certidumbre, confianza)   de la esperanza, (Hebreos 6: 11)

            ¡Ten fe! ¡Ten paciencia! ¡Él no miente! ¡Él no miente!  ¡Cree! ¡Cree! ¡Él cumple Sus promesas! ¡Y Su promesa no cambia! ¡Es Eterna!
¡Es imposible que Dios mienta! ¡Aférrate a la Verdad! ¡Es segura y firme ancla de nuestra alma! ¡Él es para siempre y por siempre!

(12) a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. (13) porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juro por sí mismo, (14) diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. (15) Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. (16) Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. (17) Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad (firmeza, persistencia, que no cambia, perenne) de su consejo, interpuso juramento; (18) para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos (aferrarnos, afianzarnos) de la esperanza puesta delante de nosotros. (19) La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, (20) donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. (Hebreos 6: 11-20)
            ¡El Espíritu Santo de Dios NO miente! ¡No miente! ¡El habla Verdad! ¡Él nos lleva a la Verdad! ¡Él no miente!
            “(13) Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (14) El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. (15) Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. (Juan 16: 13-15, RV 1960)
            ¡El no fallará! ¡No te traicionará! ¡Él no miente! ¡Él no miente! ¡Cumplirá Su promesa! ¡No la retardará!
            Cuando Jesús ora por sus discípulos, le pide al Padre: (17) Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. (18) como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. (19) Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (Juan 17: 17-19)
            ¡Recibe Paz! ¡Recibe Paz! ¡Ten la certeza: Él es la Verdad! ¡Aférrate a la esperanza! ¡No temas! ¡No temas más!
           




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