¡HIJA, YO QUITO TODO OBSTACULO! ¡YO TE ABRO CAMINO!

“(11) Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. (12) En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”. (Salmo 91: 11-12, RV1960)

Yazmín Díaz Torres


            Hoy el Espíritu Santo me recordaba este texto y estoy segura de que nos hablará o dará respuesta a una petición muy específica.
Una petición de que quite todo obstáculo del camino que esté impidiendo que avances por el sendero que Él ha trazado. Un obstáculo, una piedra que ha detenido o ha querido entorpecer tu caminar en algún área de tu vida, pero sobre todo, en lo espiritual.
Te has agarrado fuerte de la mano de Dios porque Su diestra se ha extendido para rescatarte. Si no lo sabías, debes saber que lo ha hecho, no en una sola ocasión, sino que ya lo ha hecho muchas veces y lo volverá a hacer. Así que no debes temer.
Tal y como dice Su Palabra, Él ha enviado ángeles que te han guardado en todos tus caminos. Ángeles que te llevan de la mano para que tu pie no tropiece en piedra y caigas.
Es hora de recordar y desatar sobre tu vida y la de tus seres queridos lo que dice el Señor en Su Palabra acerca del camino de los justos, de los que le aman, de los que desean caminar rectamente; y a la vez de pedirle que sea Él quien construya tu camino, que te guíe, que te sostenga, que no te deje caer y que si caes, que te levante con mayor fuerza.
Por otro lado, esta Palabra también tiene poder para hacer que los hijos pródigos vuelvan en sí, se sientan arrepentidos y decidan volver a la casa del Padre.
¡Desatamos esta Palabra sobre nuestros hijos, padres, esposos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, jefes, gobernantes, sobre todos los que están en autoridad y sobre el pueblo todo, la nación toda, en el Nombre de Jesús de Nazaret!
“Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino” (Salmo 5: 8).
“Muéstrame la senda de la vida” (Salmo 16: 11). Padre, “sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen”, en el Nombre de Jesús (Salmo 17: 5).  
Tu Palabra de Verdad dice que “Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas;” (Salmo 18: 32-33).
También dice que Tú: “Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado” (Salmo 18: 36). “Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie” (Salmo 19: 8).

Padre Santo, en el Nombre de Tu Hijo Jesucristo, “Muéstrame tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día” (Salmo 25: 4-5).
“Bueno y recto es Jehová. Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Salmo 25: 8-10).
“¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger” (Salmo 25: 12). “Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red” (Salmo 25: 15).
“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos” (Salmo 27: 11). “Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio” (Salmo 31: 3-4).
Gracias, Padre, porque “no me entregaste en mano del enemigo; pusiste mis pies en lugar espacioso” (Salmo 31: 8).
“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (Salmo 37: 5). “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano” (Salmo 37: 23-24). “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán” (Salmo 37: 30-31).
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos” (Salmo 40: 1-2).
“Él es quien preservó la vida a nuestra alma, y no permitió que nuestros pies resbalasen” (Salmo 66: 9).
“Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová” (Salmo 118: 13). “¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!” (Salmo119: 5).
“De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. (Salmo 119: 104). “Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí” (Salmo 119: 133).

“No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda” (Salmo 121: 3).
“Guárdame, Oh Jehová, de manos del impío; líbrame de hombres injuriosos, que han pensado trastornar mis pasos. Me han escondido lazo y cuerdas los soberbios; han tendido red junto a la senda; me han puesto lazos” (Salmo 140: 4-5).
“Guárdame de los lazos que me han tendido, y de las trampas de los que hacen iniquidad. Caigan los impíos a una en sus redes, mientras yo pasaré adelante” (Salmo 141: 9-10).
“Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos” (Salmo 146: 8).

Pero también es hora de recordar lo que dice acerca de los que desean hacerte tropezar, de los que no hacen sino velar el momento de tu caída. De aquellos que te ponen el pie y hasta la pierna entera para que tropieces y te salgas del camino.
 “He aquí, el impío concibió maldad, se preñó de iniquidad, y dio a luz engaño. Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá” (Salmo 7: 14-15).
 “Mis enemigos volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti” (Salmo 9: 3).
“Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta acabarlos. Los herí de modo que no se levantasen; cayeron debajo de mis pies” (Salmo 18: 37-38)
“Cuando se levantaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron” (Salmo 27: 2).
“Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa cavaron hoyo para mi alma.  Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa, y la red que él escondió lo prenda; con quebrantamiento caiga en ella” (Salmo 35: 7-8).

ORACIÓN

¡Gracias, Señor, porque Tú cuidas mis pasos! Me cuidas de tropezar con piedra. Ensanchas mi camino debajo de mis pies. Me llevas de la mano a lugar espacioso.
Por eso, no temeré lo que me pueda hacer el enemigo. Él caerá en su propia trampa, en el pozo que ha cavado. En su propia red quedará atrapado.
Tú, Señor, enderezas mis pasos. Tu Palabra es lumbrera a mi camino. Por eso, contigo asaltaré muros.
Tú enderezas el camino de los que no te conocen o te han dado la espalda. Te apiadas de ellos y con amor eterno los amas.
Gracias por rodearlos con lazos de amor. Gracias porque ellos volverán a tus caminos, a las sendas antiguas que solo llegan hasta Tu casa.
En el Nombre de Jesús, Amen.


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