DEVOCIONAL DICIEMBRE

jueves, 7 de diciembre de 2017


Y ahora, concebirás en tu vientre, 
y darás a luz un hijo, 
y llamarás su nombre JESÚS.
32 Este será grande, 
y será llamado Hijo del Altísimo; 
y el Señor Dios le dará 
el trono de David su padre;
33 y reinará sobre la casa de Jacob 
para siempre, y su reino no tendrá fin.
(Lucas 1: 31-33)


      ¡Y ahora! ¿Y ahora qué? ¿Qué es exactamente lo que estás o NO estás esperando que suceda ahora? A lo mejor porque no te imaginas lo próximo que tiene preparado el Señor para tu vida, para la vida de aquellos a quienes amas, pero tal vez sí ya te lo ha anunciado.
     Y ahora, ¿qué será lo que va a ocurrir con la Iglesia (eklessia) de Jesucristo, con tu "iglesia", ministerio, llamado? ¿Con mi relación con Dios?
     Ahora, ¿qué será lo próximo con tus hijos, con tus padres, con tu esposo o esposa, con tus vecinos y amigos? Y, ¿qué con el mundo y Puerto Rico?
      La palabra "ahora" denota inmediatez. Así que el ángel le marca acentuadamente el tiempo en que ocurrirá lo que a continuación iba a ocurrir.
      " Y AHORA"... Es decir, en este instante o demasiado pronto te ocurrirá ¡a ti! esto: 1) concebirás en tu vientre; 2) y darás a luz un ¡HIJO!; 3) y llamarás su nombre Jesús.
     Concebirás, parirás y llamarás. Concebirás, parirás y lo llamarás. Esos son verbos de acción, expresan acciones. Primero ocurrirá esto, luego aquello y después lo otro.
     Dios haciendo, Dios llevando a cabo Su voluntad a través de su sierva, de su hija María.
      Y estableciendo los designios de Su Reino en el perfecto orden del Perfecto, como suelo decir. ¡Orden! ¡Pasos! ¡Procesos!
     Cada acción con su duración, su espera y su cumplimiento en el orden y en el tiempo en que Dios perfectamente lo dispuso.
     Lo que implica que María, no solo era humilde, sino que debía ser pa-cien-te, valiente y obediente. Yo escucho esas palabras y tiemblo: orden, tiempo, proceso, espera, paciencia.
      Pues, por supuesto que Dios había depositado Su favor y Su gracia en el sentido de que había derramado su amor, bondad, benevolencia en María. También la había llenado de gracia para que sus acciones estuvieran alineadas y de acuerdo con la voluntad del Padre. Además, el Señor estaría con ella.
     De igual forma, el Señor nos pedirá o nos ha pedido que llevemos a cabo acciones. En Su orden, en Su tiempo. A través de un proceso y para las cuales necesitaremos Su gracia y Su Presencia...
     Necesitaremos Su gracia y Su Presencia para poder hacerlo, para poder accionar de acuerdo a Sus instrucciones, en el orden y en el tiempo dispuestos por Él. Esperando confiadamente con paciencia. 
     ¡Padre, yúdanos! ¡Necesitamos Tu Gracia! Son muchas cosas y todas ocurriendo muy rápido y, cuando no, muy lento.
     Todavía Dios quiere que nazca Jesús. Sí, que nazca Jesús en ti, en mí, en el mundo, en nosotros. Primero morir para nacer de nuevo, o sea,  Cristo en mí: "...pues ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.
     Sí, nos costará morir a nuestros deseos, a nuestros ahnelos y sueños, metas, voluntad. Morir y morir y volver a morir cuantas veces sea necesario y en las áreas necesarias hasta que nos hayamos negado a nosotros mismos y nazca la criatura.
     María, no solo fue humilde y paciente, sino que tal como lo había dispuesto voluntariamente de sí mismo Cristo, María se negó y con corazón de sierva, de esclava aceptó la voluntad de Dios. Y según Su orden, Su tiempo y Su proceso. 
    María se encontraba ante una gran encrucijada. Es Dios mismo quien te está anunciando, a través del ángel, cuál Él desea sea tu y mi participación en Su Reino y Sus propósitos a corto y largo plazo.
     Unos sucesos comenzarían a cumplirse casi tan pronto como cuando el ángel se marchara. Otros, requirirían más tiempo, más procesos, más paciencia, fe, confianza, esperanza, valentía, esfuerzo y obediencia. ¡Mayor Gracia!
      María ya la había hallado; también tú y yo. El resultado sería grande, lo más grande y excelso. Sería llamado Jesús, Hijo del Altísimo.
     Y el Señor Dios le daría al resultado de su obediencia, el trono. Entonces, reinará para siempre. Y Su Reino no tendrá fin.
     El ángel le anunciaba a María la voluntad de Dios. La voluntad que ha impactado e impactará al mundo entero por la eternidad.
      Los llamados que Dios te hace y me hace, podrán parecernos pequeños, insignificantes; otros, demasiado grandes e imposibles de alcanzar; pero siempre que provengan de Su voluntad, trascenderán el tiempo y el espacio, tendrán un peso de eternidad.
     Lo que viene de parte de Dios es de Dios, por lo tanto, no hay pequeñeces ni insignificancias. Dios no improvisa, no se equivoca.
   ¿Escuchó María atentamente el anuncio del ángel? ¿Obedeció María la voz de Dios? Ciertamente y se cumplieron todas las cosas tal y como Él las decretó.
     ¿Escucho yo atentamente la Palabra de Su voz? ¿Obedezco, obedeceré, he obedecido yo?
     El mensaje que envió a María  Dios, requería ACCIÓN. Su Palabra es acción. Él habla la Palabra y ella hace, ella crea. Dios habla y requerirá de nuestra parte acción, acciones. Que se haga según Su Palabra.
     Así comienza el Génesis. Así comienza el Evangelio de Juan: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella" (Juan 1: 1-5).
      Concebiremos porque Dios lo ordenó con Su Palabra. Pariremos porque fue hecho por Su Palabra, es decir, en el Nombre de Jesus, que es la accion, el Verbo, la Palabra. Dios determinó desde el principio el nombre.
    

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