EN PLENO RECLUTAMIENTO

Yazmín Díaz Torres
     El Señor continúa hoy en pleno reclutamiento. En los últimos tiempos me ha conmovido mucho constatar varias facetas de la Naturaleza de nuestro Señor.
     He visto Su Fidelidad, tal y como lo dice Su Palabra. He visto cómo cumple Su Palabra.
     Uno de los aspectos que más me impactan es ver cómo el Señor sigue seduciendo los corazones, cómo sigue llamando, escogiendo y enviando.
     Me refiero específicamente a que he tenido la oportunidad de ver cómo sigue llamando a las mujeres y las levanta como pilares en sus familias, en sus iglesias, en sus trabajos, en su comunidad.
     Pareciera que esos son los campos de entrenamiento. Allí el Espíritu Santo las quebranta, las pule, las purifica, las transforma, las capacita, las fortalece. Les da sabuduría, entendimiento...
    En fin, les permite, a través de pruebas y batallas que aprovecha para Sus propósitos, desarrollar los Frutos del Espíritu: Amor, Paz, Gozo, Bondad, Benignidad, Fe, Paciencia, Mansedumbre y Templanza.
     Les regala dones y les enseña a entenderlos, a administrarlos con amor y humildad para la Gloria de Dios: Sabiduría, Conocimiento, Entendimiento, Discernimiento, Profecía, Sanidad, Milagros, Hablar en Lenguas, Interpretación de Lenguas.
     Las adiestra con las Armas Espirituales: el arrepentimiento, pedir perdón, enmendar, perdonar, alejarse del pecado, la meditación en la Palabra, la oración, el ayuno, la intercesión, la vigilia,  la alabanza, la obediencia, la pureza de corazón, la rectitud, integridad, el diezmar, ofrendar, dar limosna...
     Aprenden a vestirse y a utilizar la Armadura de Cristo: el Yelmo de la Salvación, la Coraza de Justicia, el Cinto de la Verdad, el Escudo de la Fe, la Espada del Espíritu Santo que es la Palabra de Dios y el Calzado del Apresto del Evangelio de la Paz.
     Han aprendido a ser discípulas, a aprovechar cada Getsemaní para intimar más con Él, para parecerse más a Jesús; a negarse a sí mismas,  a cargar con su cruz y a seguirlo. A entregar su voluntad para que se cumpla la del Padre.
     Estas se esfuerzan por ser como las vírgenes sensatas. Cómo han puesto Su mirada en las cosas de arriba.
    He visto cómo las cuida, las protege, les provee, las defiende, les da nuevas fuerzas, las impulsa, las dirige.
    Las instruye y capacita para que sus mentes sean renovadas por medio del Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Para que los ojos de su entendimientos sean abiertos en el conocimiento de Dios.
   Las convierte en centinelas, en atalayas, en reinas, sacerdotizas y en profetas.
    Ellas consuelan, alientan, animan, cuidan, sanan, enseñan, advierten, corrigen, exhortan, predican.
     Pero sobre todo, aprenden a ministrar primero a Cristo y luego a los hombres.
    Las convierte en la Iglesia de Cristo, en la Novia sin mancha y sin arruga.
     Dios las llama y ellas responden. Dios las envía y ellas van. Les entrega y ellas dan tal y como se dio Él en amor al Padre y al mundo.
     He quedado sorprendida a cuántas sigue levantando. Así que hagamos como nos pidió: "Las mies es mucha y los obreros son pocos, rueguen al dueño de la mies para que envíe más obreros".
     Oremos por todas ellas. Por las que no han sido concebidas, pero están en la mente de Dios. Por las que están por nacer. Por las niñas, las jovencitas, las universitarias, las adultas y las ancianas, en el Nombre de Jesús.

    

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